El proceso de
envejecimiento comienza desde la concepción terminando con la muerte. Existe
un número incalculable de cambios que experimenta el ser humano a lo largo de la vida. En
cuanto a sucesos físicos se cree que la vejez es una etapa donde dichos cambios
empeoran notablemente. ¿Es esto cierto?
Pues no es así, si bien
es cierto se presentan deficiencias en los sentidos a nivel general, esto no
quiere decir que el adulto mayor llegue a ser considerado un sujeto “sin
sentidos”.
Belsky (2001) ha
mencionado que las personas mayores probablemente se acomodan de forma
natural a los cambios de menos
importancia que suelen experimentar, y siguen funcionando tan bien como antes.
Sin embargo, es el estilo de vida que hemos llevado, aquel que determinará los
cambios positivos de los negativos en nuestro proceso de envejecimiento.
El hecho de estar
expuestos a niveles altos de ruido o el de llevar una vida sedentaria, acelera
el declive sensorial y contribuye a que nuestras respuestas sean más lentas y
menos firmes.
Algunos cambios
sensoriales relacionados con la vejez son los siguientes:
1) Visión:
Este sentido cambia a lo
largo de los años de forma sutil, casi imperceptible cuando nos hacemos
mayores. Un problema que se manifiesta en este sentido es que perdemos la
capacidad de ver con precisión distancias lejanas. Llevándonos muchas veces a
solicitar lentes de medida.
2) Audición:
Una causa de pérdida de
audición es la exposición que tenemos al ruido estrepitoso, por ejemplo, el
escuchar música constantemente y estar expuestos a sonidos acústicos intensos
hace que exista un progresivo deterioro en la capacidad de este sentido. Además,
con respecto a las diferencias de género: los hombres tienden a perder el oído
antes que las mujeres (Pirkl, 1995).
3) Gusto y el Olfato:
Ambos sentidos se unen
para que podamos disfrutar la comida. Estudios han demostrado que la olfación
alterada, ocasiona cambios de percepción en la gustación de la comida (Shiffman
y Pasternak, 1979).
4) Rendimiento Motor:
Este rendimiento depende
de la integridad del sistema musculoesquelético (músculos, articulaciones y
huesos).
Hay pérdidas evidentes
en los músculos inferiores del cuerpo (Whitbourne, 1996).
Con respecto a los
huesos, la osteoporosis (afección ósea relacionada con la edad por la que los
huesos se hacen porosos, quebradizos y frágiles) ocasiona debilitamiento en
ellos. Depende también de la genética y del estilo de vida que llevamos.
Las articulaciones
muestran un desgaste en la almohadilla protectora. Cuando este cartílago se
rompe, el roce entre los huesos provoca dolor y rigidez.
Ahora bien, todos
pasaremos por estos y muchos más cambios sensoriales durante el proceso de
envejecimiento. Empero, podemos minimizar las deficiencias que vendrán de
acuerdo al estilo de vida que llevemos, claro, un estilo de vida positivo,
antes de ser adultos mayores o aún cuando ya lo somos. Nunca es tarde.
Realmente, las dificultades que mencionas se agravan de manera profunda en la vejez si no mantenemos los cuidados necesarios. Muchas veces pensamos que por ser jóvenes y la vejez llegará aun en mucho tiempo, este tipo de déficits no nos perjudicarán; sin embargo, eso solo sucederá si tomamos conciencia de los hábitos que mantenemos ahora y los practicamos para provocar consecuencias positivas a largo plazo.
ResponderEliminarExacto, muchas veces decimos que la vejez es sólo para los "ancianos", cuando nosotros realmente ya estamos envejeciendo. Los cuidados deben de expresarse desde ya.
ResponderEliminarUn tema de mucha importancia, en particular a lo que se refiere a la disminución de las facultades sensoriales, que se observa comúnmente en la vejez, muy bueno el artículo.
ResponderEliminarDefinitivamente Feliciano. Es de suma importancia informarnos sobre dichos cambios. Debemos prepararnos desde ya para reducir todo lo posible los déficits que vendrán y así lograr una vida adulta mayor de calidad.
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